La Perdiz roja (Alectoris rufa) sufre de una caza excesiva desde hace siglos que la ha llevado a su extinción en amplios territorios, incluida la práctica totalidad de Bizkaia y Gipuzkoa. En el artículo de la revista Ecosistemas "La perdiz roja (Alectoris rufa) en España: especie cinegética y amenazada" sus autores, investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos y de la Estación Experimental de Zonas Áridas, ambas dependientes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, explican que en España se cazan entre 2 y 3 millones de ejemplares anualmente y que, con el objetivo de mantener esas tasas de ejemplares cazados, se ha tomado como práctica habitual una gestión que incluye sueltas de perdices de granja que ponen en riesgo la integridad genética de la especie, ya que "ha sido artificialmente hibridada en granja con la perdiz chúkar (Alectoris chukar), para conseguir individuos más productivos", que "tienen una menor supervivencia que los individuos puros, pero son capaces de reproducirse en el campo, e incluso tienen mayor tamaño de puesta, y por tanto constituyen una serie amenaza para el mantenimiento de la integridad genética de la especie. Los híbridos de segunda generación de ambas especies son fenotípicamente iguales a una perdiz roja y sólo se pueden distinguir por medio de marcadores moleculares". Además, cuando en los cotos de caza se sueltan en pequeñas cantidades, el análisis de las estadísticas cinegéticas concluye que no aumentan las aves cazadas y, sin embargo, afectan negativamente a la productividad de las poblaciones silvestres de perdices.
En el citado artículo puede leerse que "la cría en cautividad y suelta en el campo de perdices de granja es una práctica habitual en la actualidad. Comenzó a desarrollarse en España a mediados del siglo XX al amparo del antiguo ICONA, como respuesta a la fuerte disminución poblacional de esta especie, y como técnica de refuerzo poblacional. No obstante, no fue hasta finales de los noventa cuando esta actividad alcanzó una importancia notable. Actualmente se sueltan al menos 3-4 millones de perdices de granja al año para su caza (más de las que se cazan), fomentando el desarrollo de un importante negocio alrededor de la cría, suelta y caza de aves procedentes de granja". Concluyen que "el análisis de datos históricos de bolsas de caza en España indica que la concentración parcelaria (que destruyó tantos linderos), junto a la excesiva presión cinegética de poblaciones en declive explican buena parte del colapso poblacional de la perdiz".
En el Tomo X de las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural (1914-1918) entre las páginas 459 y 508 se incluye el "Catálogo de las aves observadas en Guipúzcoa y Vizcaya", donde Julián Aldaz y Emazabel atribuye su escasez, ya hace 100 años, a la caza furtiva. Más tarde, Alfredo Noval en la revista Munibe del año 1967 publicó su "Estudio de la avifauna de Guipúzcoa", donde la da por "prácticamente desaparecida como nidificante. Algunas, que ocasionalmente se cazan o son vistas en la provincia, proceden generalmente de escapes de cautividad, actividad esta de enjaular perdices muy extendida desde hace unos años". La Perdiz roja es común en Álava. Sin embargo, según el análisis genético efectuado en el año 1992 por la Federación Española de Caza sobre 150 ejemplares cazados en Álava, el 0,92% de las perdices resultaron híbridos con perdiz chúkar.
La distribución de la Perdiz roja se ha expandido globalmente en el período transcurrido entre la publicación del primer atlas europeo de aves reproductoras (1997) y el segundo (2020), particularmente en la zona oriental de Francia e Italia y en la occidental del Reino Unido, seguramente como consecuencia de las liberaciones realizadas con fines cinegéticos.
Por el contrario, el número de reproductores ha sufrido una disminución moderada y generalizada, más acusada en España y Francia, debido a cambios en las tierras de cultivo donde vive principalmente, entre los que destaca la eliminación sistemática de los linderos entre parcelas durante las concentraciones parcelarias, donde abundaban las malas hierbas, que producen gran parte de las semillas de las que se alimentan los adultos, y los saltamontes, fundamentales en la dieta de los pollos. En los últimos años se ha demostrado que, además de afectar a la abundancia de su alimento, muchos de los plaguicidas utilizados en la agricultura intensiva son disruptores endocrinos que afectan a su capacidad reproductora.
Tomé estas tres últimas fotografías y el siguiente vídeo cerca de Uzkiano, municipio de Urkabustaiz (Araba), el 1 de de febrero de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario