10 de junio de 2019

Origen de la lengua castellana en Valpuesta

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Valpuesta es un pequeño pueblo de 16 habitantes que en la actualidad depende del ayuntamiento de Berberana (Burgos). Sin embargo, Valpuesta tuvo una gran importancia en el pasado, ya que su obispado fue el segundo del reino de Asturias después del de Oviedo, creado por el rey Alfonso II de Asturias (c. 760-842), hijo de Fruela I de Asturias y Munia de Álava. En Valpuesta escribieron sus famosos cartularios. 

En el periódico El País publicaron el 11 de diciembre de 2016 "Cartularios de Valpuesta: cuando el latín se hizo español". Los Cartularios de Valpuesta son una serie de documentos del siglo XII que, a su vez, son copias de otros documentos, algunos de los cuales se remontan al siglo IX, escritos en un latín muy tardío que trasluce algunos elementos propios de un dialecto romance hispánico que ya se corresponde con las características propias del castellano. Está compuesto por El Becerro Gótico (o Antiguo) que consta de 187 documentos escritos en diferentes momentos por más de una treintena de escribanos entre 804 y 1140; y el Becerro Galicano, que contiene 138 cartas del libro antiguo y tres que no constan en aquel. Todas ellas fueron copiadas por el canónigo de Valpuesta Rodrigo Pérez de Valdivielso, en 1236.

La importancia de este cartulario viene dada por la aparición de las primeras palabras escritas en castellano, datadas en el siglo IX. Según uno de los mayores especialistas en el tema, el franciscano Saturnino Ruiz de Loizaga, paleógrafo del Archivo Vaticano: "Los escribanos de Valpuesta pretendían redactar todos los documentos en latín; pero, por una parte, carecían del conocimiento profundo de este idioma e incurrían en errores imputables a la lengua que hablaban; y, por otra, se veían forzados a utilizar esta última cuando tenían que consignar términos no latinos o cuyo equivalente latino desconocían." De manera que en la redacción incluían algunas frases, giros, palabras, términos y oraciones, usadas por la población pero impropias del latín en el que escribían, como cuenca, en lugar de conca; fuero por forum, fresno por fraxinum, conceio por concilium, piele (piel) por pellem, madera por matera, etc., características del romance castellano que estaba naciendo. Algunas veces de este léxico lingüístico se han filtrado en los pergaminos valpostanos palabras, como: andadura, cabeciles, calzada, casa, corro, cuencas, cuero, ganato, giro, mazanos, novillo, sabana, molino, orreo, paregios, camisa, perare, plumazos, pozale, pielle, raia, carrera, bracas, tino, tio, nuera, soprinos, sobrinos, coñados, yermanos…

Emiliana Ramos Remedios publicó "Los cartularios de Santa María de Valpuesta. Análisis Lingüístico". En su resumen dice: El análisis lingüístico de los Cartularios o Becerros de Santa María de Valpuesta (804-1140/1200) ha pretendido desentrañar los elementos romances que se filtran en los documentos latinos. De este modo, obtenemos los testimonios más antiguos del primitivo romance castellano, originado precisamente en el área de la diócesis valpostana entre los siglos IX al XII (nordeste de Burgos, occidente de Álava), puesto que no existe documentación plenamente redactada en castellano hasta alrededor del 1200. Al mismo tiempo en este trabajo se sintetizan los presupuestos culturales e históricos que confluyeron para dar lugar a este tipo de documentación durante los siglos IX al XII.

La diócesis de Valpuesta fue la heredera de la de Oca tras su desaparición como consecuencia de la invasión musulmana en el siglo VIII. Valpuesta extendía su jurisdicción por tierras de la Castella Vetula, del este de Cantabria y del occidente de Vizcaya y Alava, convirtiéndose en los primeros años de la Reconquista y con respecto al primitivo condado en el equivalente de lo que San Millán fue para la Rioja, San Juan de la Peña para Aragón o, un poco más tarde, Cardeña para la propia Castilla; de ahí que en su iglesia estén enterrados los miembros de la nobleza de su área de influencia: los Salazar, los Velasco, los López de Haro, los Angulo o los Zaldívar.

Este monasterio-sede de Valpuesta estuvo profundamente ligado al nacimiento del primitivo condado castellano, después reino de Castilla, que surgió en el extremo oriental del reino astur-leonés, defendido por una serie de condes que repoblaron la zona en los siglos IX y X.

Es precisamente a principios del siglo IX cuando el obispo Juan, apoyado por el rey Alfonso II de Asturias, se dedicó a restaurar las iglesias destruidas por los musulmanes en el occidente de Álava (desde Orduña y el valle de Losa hasta Orón, junto a Miranda de Ebro), fundando en el 804 la iglesia-catedral de Valpuesta. En ese momento Castilla es un pequeño espacio que tenía a Pancorbo por frontera sur. En el año 860 el conde Rodrigo repobló Amaya por orden de Ordoño I, extendiéndose los límites de Castilla desde este lugar hasta los Montes de Oca, próximos a Burgos, por el oeste, y a Hitero del Castillo, cercano a Castrogeriz, por el este.

Habida cuenta de que la Castella Vetula perteneció a Navarra entre los años 1035 a 1065 y de que entre 1052 y 1065 la propia Valpuesta dependió del obispado de Nájera, la influencia de la scripta navarra en los cartularios valpostanos es muy clara en el documento 50 (1039), especialmente en las grafías: malguelo, vinga. Influencia que posiblemente no se hizo efectiva en la lengua hablada, sino sólo en la documentación, a través de escribas navarros.

La proximidad en el espacio de la lengua vasca se aprecia en algunos topónimos (Margalluli, Lopa Yrola, Zopillozi) y en numerosos antropónimos: Eita/Agia/Ega/Exa (sobre el vasco Aita "padre"), Enneco (de ene "mío"), Annaia, Annaiaz o la expresión mie ennaia, sobre el vasco anaia "hermano", Ama "madre", Anderazu, Anderguina o Anderkina sobre andere "señora’, Affostar/Haoztar, Amusco, Amunnu (sobre amona "abuela), Bela/Belasco (de bela "cuervo"), Beraxa/Belaza/Beilaze, Eilo/Olio, Ereti, launso (de jaun "señor"), Ionti, Ozoa "lobo", Peitrokane, Olaquide; aunque no sean de origen vasco, sí parecen tener gran tradición en esta zona: Dolquiti o Dolkitiz, Duranco, Endura, Gasseza, Lihoti, Lopaza (al menos el sufijo), Nequeti, Zorraquinus…; nombres que son mucho más frecuentes en los documentos datados entre los siglos X y XI, época en que serían más habituales las repoblaciones de gentes de habla vasca, mientras que a fines del XI las modas onomásticas empezaron a cambiar y estos nombres fueron menos habituales en los cartularios valpostanos, aunque no desaparecieron. Por otro lado, el hecho de que encontremos un número importante de antropónimos de origen vasco no tiene por qué indicarnos que en esta área se hablara dicha lengua, puesto que no encontramos rastros eusquéricos en otras voces que no sean los nombres de persona, si bien los repobladores de ese origen pudieran haber mantenido durante un tiempo su lengua materna.
El 23 de noviembre del pasado año 2010 fueron presentados los dos volúmenes de la obra titulada Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta, editados por la Real Academia Española y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. En el 2011 Saturnino Ruiz de Lóizaga publicó su artículo "La nueva edición de los Cartularios de Valpuesta" en el volumen 31 de la revista Estudios Mirandeses.

1 comentario:

Latorre dijo...

Lo visite en los 60 haciendo montaña por esta region y Valpuesta sin conocer su historia, fue uno de los pueblos que mas impresion me produjo de toda esa zona, Lahoz, Ribera, Astulez, Nograro, Angosto, Bobeda, Mioma, etc., etc. Volvi muchos años despues con los hijos y la magia de toda esta zona habia desaparecido, gracias al Parque Natural de Valderejo y sus 50.000 visitantes anuales (Parques ¿cuantos los disfrutan o los entienden?¿cuantos van por decir que han estado?) ¡Mecachis en la mar!