El Águila perdicera o de Bonelli (Aquila fasciata) ha sufrido una gran regresión en España. Según el "Seguimiento del estado de conservación del águila perdicera en Castilla y León. Año 2022", de los 17 territorios que tiene en Castilla y León, 16 se encuentran en los Arribes del Duero, 10 en Salamanca, 6 en Zamora, y 1 en Burgos. Como se explica en dicha publicación, cerca de Sierra Sálvada, "la población reproductora del Alto Ebro (Burgos y Palencia), a finales de los ochenta del siglo pasado era una de las más densas de España, con una distancia media entre nidos nidos de 8,4 km (entre 3 y 17). En la provincia de Burgos se estimó una población en la década de los 70 en alrededor de 43 parejas, que se redujeron hasta las 25 parejas en los 80, a 14 en los 90, siete parejas en el año 2000 y dos parejas en 2004, aunque otros dos territorios más se situaban en el límite provincial con Álava y Burgos. El periodo con mayor pérdida de parejas se produjo entre los años 1978 y 1982 con la desaparición de 19 parejas, seis de las cuales lo hicieron en 1979". Dentro del proyecto Life Bonelli, gracias a la señal que emitía su transmisor GPS, se pudo saber que una hembra juvenil tuvo su dormidero en la ladera sur del monte Burubio, en el municipio de Amurrio (Araba) durante el invierno 2017-2018. El ave en cuestión, a la que se puso también la anilla PVC con el número 164 fue equipada con el dispositivo GPS el 18 de mayo de 2017 cuando estaba en el nido, en la provincia de Guadalajara. Le pusieron el nombre de Atazar, como el nombre de un pueblo y un embalse cercanos al nido. Tras volar del nido, la hembra juvenil voló por el norte de Castilla y León y el sur de Cantabria, antes de invernar al pie de Sierra Sálvada. Desgraciadamente, apareció muerto en abril de 2018 según me informó Eugenio Montelío a través de una red social.
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