Los buitres leonados (Gyps fulvus) no dejan de deparar sorpresas. El 12 de marzo de 2016 descubrí a este ejemplar con plumaje juvenil incubando en un nido del Cañón del Nervión, sobre el pueblo de Delika, municipio de Amurrio (Araba). A la derecha de la fotografía, se observa el huevo.
El comportamiento de este ejemplar reproductor juvenil resultó extraordinariamente desconfiado. Le sorprendí echado sobre el huevo, se espantó y no esperé a que volviera a echarse sobre el huevo, pero puedo asegurar que se encontraba incubando cuando le sorprendí en el paseo que repiten muchos de los excursionistas que se dirigen hacia el Salto del Nervión desde el pueblo de Untza. El cierre con alambre de espino en el municipio de Urkabustaiz, con el propósito de evitar accidentes del ganado, beneficia a varias parejas de buitre leonado que se reproducen en el cañón del Nervión, al reducir las molestias de los excursionistas.
A pocos metros del nido anterior, se encontraba este otro viejo nido, bastante más cercano y expuesto que el anterior, donde un adulto permaneció echado, imperturbable. Este debe ser el nido que más molestias soporta en el total de Sierra Sálvada, pero varios años hemos comprobado que se reproduce con éxito a pesar de las molestias inevitables de los excursionistas, la mayoría de los cuales no se percatan de su presencia, según he podido comprobar.
Efectivamente, si las aves permanecen inmóviles y echadas sobre el nido, los buitres leonados pasan bastante desapercibidos, a pesar de su tamaño. En varias ocasiones me han preguntado por los posibles efectos negativos sobre la reproducción de los buitres leonados del paso de excursionistas o el vuelo en ala-delta o parapente en Sierra Sálvada. Siempre he respondido que no he encontrado indicios de que esas actividades provoquen fracasos reproductores. Otras aves, como el Alimoche común (Neophron percnopterus) o el Águila real (Aquila chrysaetos), son mucho más sensibles a las molestias humanas.
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