Aunque el Buitre leonado no es una especie tan sensible a las molestias humanas durante su reproducción como el Alimoche común o el Águila real, que duda cabe que nuestra presencia es una perturbación en sus vidas. Aunque estas fotografías son tomadas desde una distancia muy grande mediante la técnica fotográfica denominada digiscoping, en la que un telescopio terrestre se usa a modo de potente teleobjetivo, las aves casi siempre nos ven, aunque nos asomemos discretamente por un borde del cantil muy lejano al nido. La mayoría de los nidos de buitre leonado en la península Ibérica se asientan en paredes calizas de colores muy claros, casi blancos, aunque también los hay en rocas graníticas como sucede en las Arribes del Duero o en conglomerados como en los Mallos de Riglos. En las paredes calizas el color del plumón de los buitres leonados se mimetiza perfectamente, como puede verse en esta fotografía, tomada un 3 de mayo.
En Sierra Sálvada hay nidos construidos junto a los senderos que suben por los portillos, algunos de ellos muy usados por los montañeros para subir a las cimas de la sierra desde los valles cantábricos. En estos nidos los adultos y los pollos permanecen inmóviles y silenciosos al paso de los excursionistas, en la confianza de que no se percatarán de su cercana presencia. Este el caso de este nido, fotografiado un 2 de mayo.
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