Desde la emersión de la sierra hace 30 millones de años, el agua ha ido disolviendo el carbonato cálcico de su roca caliza. Esta erosión ha provocado un típico paisaje kárstico con lapiaces, dolinas, cuevas y simas. La red fluvial está integrada por numerosos arroyos que descienden por las laderas septentrionales de Sierra Sálvada y confluyen en los ríos Artziniega, San Miguel, Izalde, Izoria y Nervión. Sin embargo, apenas circula sobre la superficie, sino que lo hace de forma subterránea. La lluvia y la nieve derretida se infiltran entre las grietas de las rocas para circular a través de una inmensa red de galerías. En temporada de lluvias y cuando esa red de galerías está llena de agua, el agua llega a surgir a través de cavidades como Goba Haundi frente al Pico del Fraile o el Ojo de Lezea bajo el Monte Santiago, y dando origen a las espectaculares, aunque efímeras, cascadas de la sierra. El Ojo de Lezea actúa como surgencia de todo el conjunto hidrogeológico de Monte Santiago.
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