La vaca terreña estuvo a punto de desaparecer hacia el año 2000, cuando se censaron 225 individuos. Sin embargo, los expertos estiman que hasta principios de la década de 1960 más del 50% de las vacas de cría del País Vasco eran de esta raza. Hasta la llegada del tractor, un gran porcentaje de las yuntas de trabajo eran de ganado terreño. En Sierra Sálvada y su entorno varios ganaderos tienen vacas terreñas, donde la cabaña ganadera de ganado mayor, sobre todo de vacas, ha aumentado. Si antes los ganaderos, muchas veces obligados por las normativas municipales, no tenían más que unas pocas vacas, que no empezaron a subirse a la sierra hasta el año 1972, ahora los hay que tienen 200 ó 300 cabezas pastando en Sierra Sálvada. Ello ha traído consigo un aumento de la demanda de agua, un aumento de la actividad erosiva del ganado, sobre todo en los pastos sobre losas del sur de la sierra, debido al elevado peso de las vacas en comparación con el de las ovejas, mayor aún en el caso de las nuevas razas de ganado vacuno que pastan en la sierra. Ya no son las pequeñas y austeras vacas terreñas, la raza autóctona de la sierra, que sólo las subvenciones y la voluntad de unos pocos ganaderos ha impedido que se extinga, sino enormes vacas de razas seleccionadas precisamente por los pesos que alcanzan. En la fotografía, una vaca terreña cerca de Untza, Urkabustaiz (Araba).
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