En invierno, cuando el tiempo es estable y anticiclónico, con cielos despejados, heladas nocturnas y viento del sur suave o moderado, se acumula aire frío y seco en el Valle de Losa por efecto de la inversión térmica, ya que este es más pesado que el cálido y húmedo, lo que fuerza a desplazarse a una fría y densa niebla pegada al suelo desde el fondo del Valle de Losa hasta el borde de Sierra Sálvada, cayendo finalmente hasta media ladera como una gigantesca cascada de nubes hacia los valles de Arrastaria, Orduña y Aiara. El “bollo”, como se conoce localmente a este fenómeno, cubre de hielo la vegetación debido a las bajísimas temperaturas que se registran en su interior, de hasta 17 grados bajo cero.
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