La Curruca cabecinegra (Curruca melanocephala) tiene una distribución circunmediterránea, ocupando todas las penínsulas y grandes islas del Mediterráneo, y también las Islas Canarias. Su hábitat típico es el matorral mediterráneo frondoso y relativamente elevado. Es esencialmente sedentaria, aunque se producen movimientos postnupciales y trashumancias invernales hacia zonas menos frías, sobre todo en las poblaciones que se encuentran en los límites de su distribución, pero sin llegar a ser migraciones. La sucesión de inviernos benignos favorece su tendencia a ocupar nuevos territorios debido a su manifiesto erratismo post-reproductor. Estas nuevas poblaciones son las que se ven ocasionalmente diezmadas durante los inviernos rigurosos por ocupar territorios menos favorables. Se ha expandido fuertemente en la Península Ibérica desde al menos la década de 1980 del siglo pasado. En 1993 publicaron en la revista Ardeola mi artículo "Distribución y expansión de la Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) en la Península Ibérica", donde detallaba cómo se había producido esa expansión en el espacio y el tiempo. También explicaba que no se localizó durante la recogida de datos para el atlas ornitológico vasco en el trienio 1982-1984, que en 1986 se la encontró por primera vez en la costa de Bizkaia y que sus poblaciones en el Cantábrico Oriental coincidían con el piso termocolino, ocupando preferentemente la solana hasta altitudes de 300 metros, en zonas ocupadas por el encinar cantábrico y sus comunidades de sustitución, compuestas por un matorral dominado por especies de óptimo mediterráneo: lentisco (Pistacia lentiscus), coscoja (Quercus coccifera) o Dorycnium pentaphyllum. También decía que "si las olas de frío que diezman sus poblaciones se produjeran de manera regular a lo largo del tiempo, cabría suponer un dinamismo poblacional cíclico: ocupación-exterminio-reocupación, pero si suponemos cierto un cambio climático lineal, ya sea natural o inferido, con un aumento progresivo de las temperaturas, el resultado será una progresiva expansión de esta especie". Dos años más tarde, en 1995, en la revista Munibe (Ciencias Naturales-Natur Zientziak) nos publicaron a mi amigo José Antonio Gainzarain y al que esto escribe el artículo "Distribución y hábitat de la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) en las Comunidades Autónomas del País Vasco y Cantabria", donde incluimos un mapa con la distribución de esta especie en el País Vasco y Cantabria, con dos poblaciones separadas: una en la Rioja alavesa, como parte de la población del Valle del Ebro, y otra aislada que se extendía desde el cabo de Ajo en Cantabria hasta el de Ogoño en Bizkaia.
Como puede apreciarse en este mapa, elaborado con los datos aportados por los colaboradores de la web www.ornitho.eus, desde el año 1985 ha continuado su expansión y actualmente está presente también en la costa de Gipuzkoa y en zonas concretas de los valles cantábricos.
Tomé esta fotografía y vídeo de un macho de Curruca cabecinegra que cantaba con insistencia en la solana del monte San Antón, municipio de Orduña (Bizkaia), el 27 de marzo de 2020.
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