30 de enero de 2015

Lydia Zapata Peña

Lydia Zapata Peña, investigadora y profesora titular de Prehistoria del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco, murió con 49 años de edad el 4 de enero de 2015. Estudió los macrorrestos vegetales (semillas, frutos y maderas) de los yacimientos arqueológicos prehistóricos con el objetivo desvelar el origen de la agricultura en el País Vasco tras su especialización durante los cursos en que se formó con los expertos de las universidades de Londres y Cambridge. Además del origen y desarrollo de la agricultura, Lydia Zapata también investigó la importancia de la recolección en la subsistencia humana y la antropización del medio natural como consecuencia de las actividades productoras.
Lo fundamental de su Tesis Doctoral está recogido en "Origen de la agricultura en el País Vasco y transformaciones en el paisaje: análisis de restos vegetales arqueológicos", publicado el año 2002 en la revista Kobie, de la Diputación Foral de Bizkaia. En dicha publicación contradijo ideas que estaban muy arraigadas entre los especialistas sobre una supuesta adopción tardía de la agricultura en el País Vasco, o sobre que el pastoreo fue anterior a la agricultura. Estudió los macrorrestos vegetales  de 16 yacimientos arqueológicos desde hace 7.800 años hasta la época romana, llegados hasta nuestros días gracias a su carbonización accidental o intencionada. También es interesante su artículo "Agricultura prehistórica en el País Vasco litoral", publicado en la revista Munibe en el año 2005. Tomé esta fotografía y la siguiente de la cueva de Pico Ramos, municipio de Muskiz (Bizkaia), el 20 de mayo de 2013.
En la cueva de Pico Ramos Lydia Zapata identificó pericarpos de avellana (Corylus avellana) y un grano de cereal de 4.320-4.050 a.C.
En Kobaederra (de "koba"=cueva y "ederra"=hermosa), municipio de Kortezubi (Bizkaia), Lydia Zapata identificó un grano de cebada (Hordeum vulgare) y 16 de Triticum dicoccum, además de 12 fragmentos de pericarpo de avellana, 2 fragmentos de cotiledón de bellota y otros restos. El grano de cebada tras su datación mediante C14 dio una antigüedad de 4.360-3.990 a.C. Tomé esta fotografía el 12 de diciembre de 2014 en el Museo Arqueológico de Bizkaia.
Triticum dicoccum es un trigo tetraploide derivado de la hibridación de dos gramíneas silvestres diploides: Triticum urartu y una especie del género Aegilops. Se domesticó en el Creciente Fértil hace unos 9.200 años. Este trigo y la cebada fueron los cultivos dominantes en Cercano Oriente durante el Neolítico. En latín se llamó "far" o "farris", de donde deriva la palabra harina ("irin" en euskera). Es un trigo que crece bien en terrenos pobres en nutrientes y es particularmente resistente al frío.
En la cueva de Lumentxa, municipio de Lekeitio (Bizkaia), Lydia Zapata identificó un grano de cebada vestida de 4.220-3.710 a.C. También dos cotiledones de bellota, un fragmento de cotiledón de bellota y media manzana silvestre (Malus sylvestris). Aún hace 2.000 años, las bellotas formaban parte importante de la dieta de los indígenas. El geógrafo e historiador romano Estrabón en su obra "Geographica" escribió que "en las tres cuartas partes del año los montañeses no se nutren sino de bellotas, que, secas y trituradas, se muelen para hacer pan, el cual puede guardarse durante mucho tiempo". En otras regiones del mundo, como las llanuras aluviales del río Nilo en Egipto las cosechas abundantes de cereales dieron lugar a civilizaciones mucho más avanzadas que las que se encontraban en el País Vasco en esos momentos. En la fotografía, tomada en el Museo del Louvre el 8 de agosto de 2011, talla de madera pintada de hace 4.000-3.000 años del Antiguo Egipto.
La cebada ha servido como alimento y también para obtener cerveza. En la fotografía superior, tomada en el British Museum el 28 de diciembre de 2014, una tablilla de arcilla en la que se indican las raciones diarias de cerveza de cebada, la bebida común de Mesopotamia, para los trabajadores de hace 5.300-5.100 años, en el último periodo de Uruk. A la llegada de los romanos a las montañas del norte de la Península Ibérica hace 2.000 años la cerveza era la bebida común y de nuevo es gracias a Estrabón que lo sabemos, ya que dejó escrito en "Geographica" que "beben zýthos, y el vino, que escasea, cuando lo obtienen se consume en seguida en los grandes festines familiares".
No se sabe cómo recogían los cereales, aunque han aparecido algunos elementos líticos de hoz con lustre de cereal. En la cueva de Pico Ramos se recuperó una lámina procedente de una hoz empleada para la siega de cereal. Fotografía tomada el 12 de diciembre de 2014 en el Museo Arqueológico de Bizkaia.
La siembra requería el labrado de la tierra, que se hacía con herramientas sencillas, según puede verse en la fotografía superior, tomada el 12 de diciembre de 2014 en el Museo Arqueológico de Bizkaia.
Los datos carpológicos disponibles sobre la agricultura durante el Neolítico en el País Vasco costero se circunscriben a los yacimientos de Pico Ramos, Kobaederra y Lumentxa. Los granos de cereal son de hace 4.400-4.000 años, mientras que los más antiguos de la Península Ibérica son de hace 5.600-5.500 años. En los tres yacimientos se encontró cebada, y trigo sólo en Kobaederra. Para la Edad del Bronce, la información se reduce al estudio de los macrorrestos vegetales del yacimiento de Arenaza, municipio de Galdames (Bizkaia), de 3.580±70 BP, donde los trigos desnudos (Triticum aestivum/durum) fueron los cereales más frecuentes. Posteriormente, ya en la Edad del Hierro comienzan el cultivo de espelta (Triticum spelta), cebada desnuda (Hordeum vulgare nudum), guisante (Pisum sativum) y haba (Vicia faba). En la fotografia, tomada en el Museo del Louvre el 8 de agosto de 2011, pinturas de la tumba de Ounsou  de 1.550-1.069 a.C., representando el arado de la tierra y la siembra en el Antiguo Egipto.

2 comentarios:

Felix AUNIA dijo...

Excelente referencia. Quizá falte citar, al margen de su trabajo de investigación, la grandeza humana de Lydia, esa predisposición a ayudar, esa simpatía incontenible, esa dulzura que hechizaba...
Lloraremos durante muchos años su marcha. Y seguiremos sin entender esa injusticia de un dios que castiga a los buenos y premia a los malos.
Te queremos Lydia...

Juan Manuel Pérez de Ana dijo...

Muchas gracias Felix. No tuve la suerte de conocerla.