19 de agosto de 2021

El origen del lauburu

ICONOLOGÍA DEL LAUBURU

Por Alberto Santana Ezkerra

El Lauburu (eusk. Cuatro Cabezas) es una cruz esvástica de brazos curvilíneos gallonados, muy difundida como símbolo de significado impreciso en Euskal Herria durante el siglo XX.
Dos lauburus flanqueando una cruz de 1770 ca. en la imposta del arco de Ibarluzea Olakoa, en Iguria de Elorrio. Estos son, sin duda, los mejores lauburus históricos de Bizkaia. Foto: Txelu Angoitia.

El origen icónico de las cruces esvásticas (del sánscrito स्वस्तिक, romanizado: svastika, "lo que conduce al bienestar") está bien documentado en la ciudad de Mohenho Daro, al pie del actual Karakorum pakistaní, hace 4.600 años (Talpur P, 1994, Evidence of Geometry in the Indus Valley Civilization (2600 – 1900 BC). También se conocen bien sus dos grandes corrientes de difusión posterior: la de Asia Oriental (India, China, Tíbet, Nepal, Corea y Japón) a través del vehículo religioso del hinduismo y el budismo, que aun las mantiene en vigor como símbolo genérico de regeneración de la vida y buena fortuna. Y la vía de difusión hacia Occidente, más tardía, a través de las migraciones indoeuropeas de la primera Edad del Hierro que alcanzan toda Europa en torno al 800 a. C. (invasiones dóricas en Grecia, Cultura Villanova en Italia,...) y gozan de enorme éxito entre los pueblos occidentales de aculturización céltica (Irlanda, Bretaña, NW de la Península Ibérica...). Obviamente, las esvásticas rectas y curvas también llegaron a los castros celtizados de Vasconia en los últimos siglos de nuestra protohistoria (III-I a. C.) y ahora que están bien identificadas es normal que se produzcan hallazgos de nuevos ejemplares, sobre todo en Bizkaia, como el bellísimo trisquel encontrado este mismo año 2021 en San Cristóbal de Gorritiz en Forua, que vinculan este símbolo a usos funerarios.

Portada de la casa de Domingo Ainciondo y Maria Arhetche, de 1775, con cruz flanqueada por dos lauburus. En Armendaritz (BN)

Durante la romanización las esvásticas de brazos rectos proliferan como recurso ornamental, aunque cada vez más desprovistas de carga significante, mientras que las esvásticas curvas se extinguen muy pronto. Tras la cristianización y la caída del Imperio Romano las cruces esvásticas no vuelven a dibujarse en Vasconia durante más de un milenio. Solo en el siglo XVIII se produce un verdadero renacimiento de la esvástica de radios curvos que aparece como signo decorativo con un leve significado apotropaico para defender la puerta principal de acceso a la casa familiar. No es el símbolo de una vieja religión perdida o una creencia alternativa al cristianismo, sino que siempre aparece subordinada al signo de la Cruz y a advocaciones católicas. Con este significado es muy frecuente su utilización en Nafarroa Beherea y ocasionalmente en Bizkaia, siendo rara su aparición en otros territorios vascos y más aún, aunque no imposible, en Asturias, La Rioja y Aragón. Aunque predominaron las esvásticas de cuatro brazos, la habilidad o creatividad de algunos tallistas vascos se exhibía ocasionalmente con ruedas de cinco, seis u ocho radios. Su valor simbólico era el mismo.

Cruz de la sepultura de Maria Ana Petiriscoena, de 1789, con lauburu en la base. Desaparecida del cementerio de Bidarrai (BN)

Para cuando comienza el resurgimiento tardobarroco de las esvásticas curvas de Vasconia ya se había inventado la palabra "lauburu" y ese es un hallazgo novedoso que me gustaría aportar aquí.

Portada del libro "Constancia de la Fee y Aliento de la nobleza española" escrito por Juan Cortés Ossorio (1684)

La palabra Lauburu, con su significado, en apariencia transparente, de "Cuatro Cabezas" no es una palabra antigua, ni tradicional vasca. "Lauburu" es un neologismo erudito reciente inventado por un cura zamorano a fines del siglo XVII. Esta palabra la creó el profesor jesuita Juan Cortés Osorio (La Puebla de Sanabria, 1623 - Madrid, 1688) en su libro "Constancia de la fe y aliento de la nobleza española", publicado en 1684. El propósito declarado de Juan Cortés Osorio era demostrar que "los antiguos españoles tenían por bandera la insignia de la Cruz, que Cristo aprobó por suya en la aparición hecha a Constantino", es decir que los cántabros -el último pueblo "español" en haber sido conquistado por Roma, en el 19 a.C.- veneraban el símbolo de la Cruz desde antes del nacimiento de Cristo. Era un anacronismo absurdo, pero se basaba en una cita oscura de Tertuliano (Cartago 160-220) en la que se lee: "Aquellas imágenes con que se adornan los velos pendientes del asta de las banderas, ó del lábaro cantábrico, adornos y estolas son de cruces, que estos estandartes, son astas cruzadas" y en la narración del padre de la historia de la Iglesia, el obispo Eusebio de Cesarea (265-339), que relataba que el emperador Constantino el Grande había alcanzado el poder en Roma después de vencer en una batalla en la que sus tropas llevaban como estandarte un "lábaro" adornado con el crismón, las iniciales de Cristo en griego.

"Constancia de la Fee y Aliento de la nobleza española" Juan Cortés Ossorio (1684). La Cruz española pre-cristiana es envidiada por todas las naciones

Aunque Eusebio de Cesarea describe con todo detalle el "Lábaro" de Constantino y éste ha podido ser reproducido con bastante fidelidad, durante siglos se mantuvo una discusión banal entre los clérigos eruditos sobre el significado y la etimología de la palabra "Lábaro" y sobre el posible origen cántabro de este tipo de estandarte. Aquí es donde se produjo el sorprendente descubrimiento de Juan Cortés.

"Constancia de la Fee y Aliento de la nobleza española" Juan Cortés Ossorio (1684). El Lábaro de Constantino es el Lauburu de los vascones. Primera cita histórica de la palabra "Lauburu"

Como él mismo declara sin modestia "No hay escuela para acertar, como la de ver errar a los otros. Viendo que cuanto se discurre del Griego y del Latín a cerca de esta duda no satisfacía, y que el epíteto de Cántabro daba indicios de que el Lábaro tenía la denominación de su Patria, busqué su derivación entre los Vascones, y hallé un nombre tan misterioso que no solo con la asonancia lo indica, sino que con su admirable significado lo declara. Esta dicción Lauburu en la lengua cantábrica quiere decir cuatro remates, cuatro extremidades, o cuatro cabezas, que no puede ser más apropiada definición de la Cruz, en cuya forma era el Lábaro; con que, si no me engaña mi dictamen, queda ya sin cuestión esta etimología (...) parece que se demuestra que el Lábaro era la Cruz, y que la Cruz era la bandera de Cantabria, y de paso se confirma que la lengua de que hoy usan los Vascones era la que usaron entonces nuestros valerosos Cántabros".

Zortziburu con laurea en un dintel de puerta de Iholdi (BN)

La cadena de razonamientos de Juan Cortés era completamente errónea, pero sonaba culta y erudita, y sobre todo era muy fácil de entender: el cristianismo había triunfado a partir del 313 porque el emperador Constantino había utilizado un estandarte en forma de cruz denominado Labaro, ese Lábaro cruciforme tenía un legendario origen cántabro y en la lengua de los vascos, que él suponía igual a la de los antiguos cántabros, algún compañero euskaldun le había informado de que Lau + Buru podía traducirse como Cruz de cuatro extremidades e interpretar así la difícil palabra griega Labaro.

Bostburu en la clave del arco de Arteakoa en Solarte, Ispazter (B.) Sobre él, dos orantes alzan la cruz y flanquean el medallón con la advocación de Jesús, María y José, dedicada por el propietario Jose Solarte Mayor en 1773

La falsa etimología vasca de Lábaro = Lauburu propuesta por Juan Cortés triunfó entre los eruditos de su congregación y fue difundida de inmediato por el padre Gabriel de Henao, el profesor de Humanidades del Colegio de San Andrés de Bilbao -el único centro de estudios superiores de Bizkaia- en su famoso libro "Averiguaciones de las Antigüedades de Cantabria" (Lib I, Cap 28, 11), que ha conocido numerosas reediciones y hasta el siglo XX ha sido uno de los textos fundamentales de referencia de la Historia vasca.

Réplica del Lábaro de Constantino encargada por Guillermo II en ocasión del 1.600 aniversario del Edicto de Milán de 313. Hoy en Santa Croce al Flaminio (Roma). Puede considerarse una reproducción casi exacta del Lábaro constantiniano, pues fue elaborada por historiadores y artesanos expertos que siguieron puntualmente en el diseño y materiales utilizados la pormenorizada descripción de Eusebio de Cesarea, quien tuvo el Lábaro en sus manos a principios del siglo IV. Evidentemente, el Lábaro no se parece en nada al Lauburu vasco y la etimología moderna que los relaciona es falsa

De la obra de Henao se rescató el término Lauburu a fines del siglo XIX para denominar a las cruces esvásticas de brazos rectos o curvos que empezaban a ser utilizados por la nueva iconografía nacionalista vasca de fuerte inspiración cristiana. La idea de que los primitivos vascos "conocían y estimaban la Cruz" (Estanislao de Labayru, 1889) y que tenían su propia cruz privativa, el Lauburu, aun antes del nacimiento de Cristo resultaba fascinante.

Lauburu neo-céltico diseñado por Tartalo Music, con la inscripción rodante "Izena duenak izana du ere" (Lo que tiene nombre también tiene ser). Precisamente el nombre del lauburu es una invención del siglo XVII

El empuje definitivo para la difusión del lauburu como un símbolo étnico nacional vasco, desprovisto ya de cualquier connotación religiosa, lo proporcionó la sección de promoción del euskera de Juventud Vasca de Bilbao en 1914, cuando propuso que fuese utilizado como alfiler de solapa, como señal de reconocimiento recíproco, para que los euskaldunes de lengua pudieran distinguirse unos a otros en ambientes urbanos como Bilbao, donde ya eran mayoría los castellanoparlantes. Algo similar a las actuales insignias de "Aho bizi". En concreto, sospecho que debe de atribuirse la reinvención y difusión masiva del lauburu vasco moderno como símbolo nacionalista a una iniciativa personal de "Imanol", el joven Manuel Aznar Zubigaray (Etxalar, 1894 - Madrid, 1975) -el abuelo euskaldun del ex-presidente español José María Aznar- que entonces militaba fogosamente en el PNV bilbaíno y lideraba el "Euzkeltzale Bazkune" de Juventud Vasca, aunque durante la República se afiliaría a Falange Española de las JONS y terminaría siendo designado como representante permanente de la dictadura franquista ante la O.N.U. En Etxalar y en Bortziri el lauburu era un icono tradicional muy frecuente en las puertas de las casas y en el mobiliario doméstico, mientras que en Bizkaia todavía era casi desconocido. "Imanol" es un personaje reciente y bien conocido que nos ha dejado una herencia incómoda o, cuando menos, desconcertante.

Ejemplo de síntesis de las numerosas interpretaciones neo-paganas y neo-étnicas que han surgido sobre el lauburu desde los años 60 del siglo XX. Reúne casi todos los errores e invenciones fantásticas que se han elaborado sobre el tema. Tan solo se echa de menos una referencia que estuvo de moda algunas décadas antes a que las Cuatro Cabezas representaban a los cuatro territorios o provincias de Hegoalde

En los años 30 el lauburu ya era un símbolo de identidad vasca muy popular, aunque la versión de brazos rectos era probablemente la más difundida. Tras la Guerra Civil fue precisamente esta versión rectilínea de la esvástica la que fue definitivamente abolida por el nacionalismo vasco al tener conocimiento -en su propia carne en Gernika, Durango o Eibar, además del Holocausto judío- de las atrocidades cometidas por los nazis bajo esa misma enseña. Por el contrario, el lauburu de brazos curvos no fue expresamente prohibido por el franquismo y, aunque tímidamente, se convirtió en uno de los pocos refugios simbólicos de la identidad nacional vasca que podían utilizarse en público sin ser molestados por el aparato represivo del régimen. Yo mismo, en mi adolescencia, antes de la legalización de la ikurriña, vestía un kaiku de cuadros verdes y negros con un lauburu rojo sobre fondo blanco bordado en el bolsillo del corazón.

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